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Caminando 123 kilómetros hacia mí misma

Caminando 123 kilómetros hacia mí misma

  • Marcela Lemus
  • Oct, 10 , 24

Soy Marce, para quienes no me conocen, soy cofundadora de Natural Elements y estoy emocionada de compartir una experiencia increíble que vivi el mes pasado.

Decidí emprender parte del Camino de Santiago, una travesía que no solo desafía tu cuerpo, sino también tu mente y espíritu.

Para quienes no conocen, el Camino de Santiago es una antigua ruta de peregrinación que culmina en Santiago de Compostela, en España, donde se dice que descansan los restos del apóstol Santiago. Aunque hay distintas rutas para llegar, todas ofrecen una experiencia que va más allá de lo físico. Yo recorrí los últimos 123 kilómetros del camino Francés. Esta experiencia te invita a desconectar, reflexionar y conectar contigo mismo mientras atraviesas paisajes llenos de historia y cultura. Cada año, miles de personas lo caminan, buscando no solo un destino, sino también una transformación personal.

Comencé a entrenar ocho meses antes, aumentando mi fuerza  y resistencia, caminaba diario de 5 a 8 kilómetros y hacía caminatas largas de 15 a 20 kilómetros  los fines de semana, descansaba un día a la semana. Aunque siempre he cuidado mi alimentación, esta vez añadí un enfoque más consciente en mi preparación. Sabía que el reto físico sería fuerte, y aunque me sentía preparada, me asustaba un poco el tercer día, que era caminar 34 kilómetros; nunca lo había hecho antes. Y también me asustaba un poco la suma de los días, el cansancio del día anterior y tener que seguir al día siguiente, en fin, pasaba muy claro por mi mente el deseo de no sufrir el camino, sino disfrutarlo, me centré mucho en esto.

¿Y cuál es el verdadero significado del Camino de Santiago? más allá del reto físico, dicen que el Camino de Santiago habla, y sí, me habló a niveles mucho más profundos. Me di cuenta de algo que quizás siempre supe: yo decido cuánto peso cargar, no solo en mi mochila, sino también en la vida. Decido mi actitud y elijo cómo vivir el camino, si hacerlo más pesado o más ligero, y con quién caminarlo.

Cada elección se convierte en una carga o en una liberación. Así como en el camino puedo decidir qué llevar y qué dejar atrás, en la vida también tengo el poder de soltar lo que no me sirve: preocupaciones, angustias, expectativas, desesperanza, desánimo y el miedo al fracaso. Puedo elegir ver los obstáculos como barreras inamovibles o como oportunidades de crecimiento. La perspectiva cambia todo.

Y al igual que en el Camino, donde el sendero se vuelve más ligero cuando comparto el trayecto con otros. En esta ocasión, tuve la fortuna de caminar junto a mi mamá, mi hermana y mi prima. Fue tan bello convivir con ellas, aprender de cada una y compartir risas, anécdotas y momentos inolvidables. 

También en la vida elijo con quien caminar. Las personas que me rodean influyen tanto en cómo experimento cada día. Buscando compañía, apoyo o inspiración, elijo siempre rodearme de quienes comparten valores y sueños similares y diferentes, que nos permiten crear un ambiente que me motiva a avanzar siempre.

Partí de un pueblo llamado Sarria con un objetivo claro: llegar a Santiago de Compostela. Esa claridad de tener una meta, de saber hacia dónde me dirigía, fue fundamental. No todo se resuelve en un solo día; el camino tiene etapas, y entenderlo así me permitió disfrutar cada paso y cada señal que me indicaba que iba por buen camino.

El camino fue tan bello en muchos sentidos: disfruté la belleza de los paisajes, valoré mi cuerpo completo, valoré cada descanso, sentí el viento en mi rostro y ese gesto tan especial de escuchar a cada persona desearme “buen camino”.

Algo que llamó mi atención fue que los restaurantes en el camino no dan desechables, lo cual fue una maravilla. No solo porque no había basura, sino porque me hizo recordar lo rápido que solemos vivir. Sentarme a tomar un jugo o a comer algo sin prisa me recordó que en la vida también llevamos una carrera constante, cuando podríamos detenernos a saborear más cada instante. Esa simple pausa fue un recordatorio de lo importante que es disfrutar el presente.

Conecté profundamente conmigo misma. Me di cuenta de que muchas veces buscamos respuestas afuera, cuando la verdadera felicidad surge al conectar con uno mismo.

Así, cada día en el Camino de Santiago se convirtió en una metáfora de la vida misma. Aprendí que no se trata solo de llegar a un destino, sino de disfrutar el viaje, de encontrar significado en cada paso, de decidir conscientemente el tipo de carga que elijo llevar y cómo quiero vivir cada momento.

Fue muy bello encontrar personas de todo el mundo y al decirles que soy mexicana, siempre escuché palabras de respeto y cariño hacia nuestro país y nuestra gente, algo que me llenó de orgullo. 

Ah y no puedo dejar de mencionar que puse a prueba nuestro desodorante de Lavanda con Geranio. Te cuento que caminábamos hasta 9 horas al día y seguía oliendo bien, así que si buscas algo natural que realmente funcione, ¡Te lo recomiendo!  

Hoy, ya en casa, sigo escuchando al camino, cada camino de la vida nos habla, si tenemos la disposición de escucharlo.

Muchas gracias por leerme y si alguna vez decides emprender el Camino de Santiago, o cualquier viaje personal, recuerda que la verdadera magia está en disfrutar cada paso. 

 

 

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1 comentario

Jazz

Oct 31, 2024 at 16:58

Que belleza como lo transmites! 💕
Me conmovió en verdad y me hizo tener mas ganas de hacerlo.
Gracias por compartirlo!

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